miércoles, marzo 27, 2024

De vuelta al barrio

De vuelta al barrio, así me siento por estos días, en esta temporada y en estas 5 décadas que me arropo, volví a vivir en Pedro de Valdivia en la subida y la volví a trotar recordando mis inicios de atleta adolescente.

Cuando era un secundario comencé en esto del atletismo rápidamente me volví un fanático, llegaba al centro le encargaba mi bolso a un compañero y vecino, el subía a la micro y yo partía corriendo, le aseguraba que llegaría antes que él y la micro. Mi amigo se reía de mi a carcajadas pues decía que corría todo desarmado, en mi mente me veía volando o como una máquina, desde el centro (Rodríguez con Prat hasta Pedro de Valdivia con el puente de Gabriela Mistral), todo sudado y con el uniforme como lechuga llegaba apenas, pocas veces le gane a la micro, solo cuando esta se llenaba y debía hacer muchas paradas dejando pasajeros, lograba ganarle.

Muchas cosas me enseño el atletismo, en matemáticas cuando tenia que convertir minutos a segundos y cálculos con temporalidades en mi mente (65” un giro fácil a la pista), también las calles, sus nombres y hasta el sentido del transito vehicular, hoy veo en googlemaps como traza las calles y el recorrido sugerido para un tramo, como yo aprendí hacerlo en mi mente.

En esa época las corridas por las calles de la ciudad eran populares, una corrida con 50 atletas era considerada un éxito total, claro que todos corrían y de verdad “corrían”, cuando comencé a participar poco y nada entendía, en la largada con el disparo, gripo ó …3,2, 1..partieron! salíamos corriendo como locos, “maratón de presos” decía un amigo, esos primeros metros te pasaban la cuenta el ultimo kilometro que se hacía eterno, por las siempre húmedas calles de Temuco. Varias veces perdí podio por no saber las calles y el recorrido, ingenuamente le preguntaba a mi rival ¿falta mucho? como 3 cuadras me respondían, ¡giro en la esquina y meta a la mitad de la cuadra!, siempre de picado encaraba al informador rival que me remataba con todos esos últimos metros, siempre pillándote despistado “me confundí en las calles compadre”, eso me obligo a siempre ver los recorridos y memorizar en mi mente las calles de la ciudad.

También en varias ocasiones trotaba los circuitos de la ciudad como preparación de las futuras carreras, esto me enseño la trama y la cuadricula de la ciudad, como la misma lógica se repetía en otras ciudades de Chile, cosa que en el futuro confirme con el ramo de urbanismo en la “carrera de Arquitectura”.

Subí la cuesta de Pedro de Valdivia toda mi secundaria, todos los días me hizo fuerte y ligero, también creo me volvió luchador, me iba trotando a campos deportes Ñielol, entrenaba y luego de vuelta trotando, hasta los días que incluían “masacre o lacticidio” como con los años comenzamos a llamar a los entrenamientos fuertes de los días clave.

Recuerdo un chiste cruel de una parodia del Jappening a Checho Hirane donde Eduardo Ravani imitando una rutina del humorista decía “¿Cuál es la diferencia entre un rico subiendo un cerro y un pobre?  “El rico está trotando” ¿y el pobre? ¡Se va para la casa! En mi mente subiendo esa cuesta, cansado le peleaba a los ciclistas, triciclos o carretelas, todos obreros también cansados del trabajo al hogar y yo de mi faena de corredor.

En el cansancio me imaginaba desdoblándome y sentado en una maquina como Koyi Kabuto conduciendo a Maziguer Z o mas simple, como ese conductor del Winkabus en la misma subida con bus lleno de pasajeros, bolsos, encargos arriba con ese peso monumental, pedal al fondo el quebrarse de los cambios a la maquina y esa máquina que soy yo.

Todos esos recuerdos me vinieron hoy cuando vuelvo a subir la cuesta de Pedro de Valdivia “con todo” y hasta me imagino una carrera por los barrios, todo cambio, yo cambie, todo ese esfuerzo de atleta, de estudiante, obrero produjeron cambios, pero no quiero perder la esencia que descubrí subiendo Pedro.



domingo, febrero 25, 2024

El Caso del juicio al robot Mapuche

 

Se inicia el juicio al que la prensa denomino “El caso del robot Mapuche”, referido al robot que fue cesado y abandonado por sus propietarios originales y que fue a dar a tierras mapuches donde los locales adoptaron para labores cotidianas y fue reconocido como un integrante más de la comunidad entregándole la “calidad indígena” y se autodenomina “mapuche” liderando una importante organización territorial de la región.

Las autoridades regionales rechazaron negociar los productos y ventas de las comunidades indígenas que se venden en los mercados locales. Este año como cada 2 años corresponde renovar los contratos con los líderes y el Gobernador de la región rechazo sentarse a la mesa a tratar con el nuevo “Lonko o líder “el cual resultó ser un “robot”.

El Gobernador rechaza la idea de sentarse a la mesa con un robot a negociar, presionado por el empresariado local y sectores conservadores que año a año presionan para que el estado abandone o deje sin efecto las protecciones que tienen los territorios declarados indígenas.

El abogado defensor del interés del empresariado regional, un hombre a esta altura mitad máquina y mitad humano, aunque todos saben en privado que perdió la mitad de su cuerpo destruido por el abuso de las drogas, públicamente siempre se habla que fue víctima de la explosión del atentado mapuche del 18.